lunes, 2 de agosto de 2010

Sin pretensión de organización

Anoche caí sobre tus zapas, embarradas todavía, y yo sin paracaídas, salpiqué.
Yo sin paracaídas.
Por eso caí, si no hubiera para-caído.
Y vos hubieras estado para-cayado. Vayado.

Tu cordón desatado, de ese cordón me colgué, sin pedirte permiso (aunque con todo tu permiso). Me sorprendió tu mamá, ella también colgada de tu cordón, seguía colgada de tu cordón.
Nos pateamos un poco más,
nos empujamos un poco menos,
nos enredamos más que menos.
No sé si buscábamos entrar las dos,
o entrar una de dos.
Pensé; resolvé tu complejo de Edipo, después hablamos. No quisiera un amor ciego, no tengo ganas de seguir tropezando. El botiquín de primeros auxilios, al segundo auxilio no responde. La primera vez pasa, pero ante segundas oportunidades, ¿a quién se recurre? ¿Existe un botiquín de segundos, terceros, etc etc auxilios? La medicina no pensó que podíamos caer tantas veces. Y que tantas veces fuera sin paracaídas.
("fuera" y "sin" son excluyentes, y están al lado... por estar uno al lado del otro, no se omitirían?)

Ya no te venden curitas de colores
(what a pitty)
Solo quedan las de dibujitos,
y las de color piel nunca
pero nunca
funcionan.
Nunca entendieron su trabajo de camaleón.
(not at all)

Lo único que funciona es el belcro
el belcro de tus zapas.
Entonces no me cuelgo de tus cordones,
tampoco me prendo de tu belcro.
Descalzos nos iría mejor.
Nos iría de pelos.

SOS EL TERRESTRE MÁS LINDO,
EL MÁS LINDO DE TODOS.
NO TE PONGAS COLORADO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario