miércoles, 24 de agosto de 2011

Cuando sea grande quiero ser fotógrafa

Desde chiquita siempre iluminó todo un poquito más, para después cerrar los ojos con fuerza, de esa manera apretada que luego permite que se formen estrellitas de colores y la imagen vuelva a aparecer en un vacío; vuelve, pero con una nueva configuración, con algo de lo personal que puede darle cada uno a un recuerdo. Además, piensa ahora, los recuerdos, ¿no son en última instancia collages de pedacitos de alguna realidad, inventados a gusto y piacere de cada artista? Pensarnos como artistas por el solo hecho de crear, eso la divertía.

No le teme al paso del tiempo, pero le encanta retener imágenes y por eso tiene arruguitas en los ojos; tal vez era cierto eso que alguna vez alguien le dijo, que el tener ojos claros le permitía ver un poco más de luz que sus compañeros. Tal vez también sea cierto que no haya sido una simple coincidencia que su papá y su mamá le hayan puesto el nombre que le pusieron cuando llegó a este mundo, cuando vio la luz. Algunas de esas ideas se le pasan por la cabeza cuando se piensa parada frente a su cámara, o a cualquier otra, dialogando con luces y sombras, descubriendo cada día un nuevo encuadre para recordar.

Para entender dónde está hoy, debemos caminar unos años más atrás. Hubo una vez, hubo un momento, que fue algo así como epifánico: cerrar los ojos con fuerza ya no era suficiente. Un momento en el que las ganas de explotar de emoción le salieron con forma de imagen. Un día particular en el que cree haber conocido el mundo, y todas sus millones de posibilidades. Una mañana en la que acumular dentro de su cabeza tantos cuadritos recortados de por ahí, de esos planetas que iba visitando, ya se sentía algo pesado. Una hora concreta en la que sintió unas ganas multicolores de compartir todo eso, todo lo que se puede decir sin decir nada. Un minuto en el que decidió dar un giro a su actividad, y acompañar a sus ojos y a su cabecita con un nuevo instrumento: rompió su chanchito y salió en busca de una nueva compañera. Al segundo siguiente estaba Emma, una Canon xs, tan chiquita como ella, tan sedienta de mundo como ella. Y en seguida se hizo amiga de aquel cuaderno a veces rojo, azul otras veces, verde, amarillo con rayitas o color canela pero con aroma a vainilla. Cámara al hombro y lápiz en mano, encontró su lugar en la vida, donde comenzó a construir nuevos planetas, y coleccionar imágenes y palabras amontonadas para regalarlas al mundo. “Si el mundo se acaba, que éste sea mi equipaje”, escribió, y llegó la primera imagen.

Hoy tiene un par de años más, no se acuerda cuántos, no le importa cuántos. Pudo combinar los juegos de niña con las responsabilidades del adulto, duerme poco porque no quiere perder ni un minuto de vida. Ella tiene su juguete favorito y su herramienta de subsistencia, todo compactado en un mismo objeto, o mejor dicho, ya un sistema de objetos. Corre, arma, responde pero también propone, va de un lado al otro, siempre apurada, las cosas que tiene que hacer por lo general son para ayer, pero siempre encuentra un lugarcito en el bondi para soñar un poco más. Pinta todo el tiempo, a color o en blanco y negro, y nunca deja de observar: le encanta desayunar imagen.

Ella es grande, ahora, y ella es fotógrafa. Ella tiene ideas a las cuatro de la mañana, o a las seis, o justo antes de irse a dormir, a veces a las diez, otras veces a la una, otras tipo y media. Pero siempre las respeta, siempre las escucha, y comienza a armar series e historias y se llena de arte. Ella hace fotografía de autor. Y ella también retrata, encuadra personas, a veces productos, otras veces recorta pedacitos de restaurant, o porciones de montaña.

Ama saber que hasta el día de hoy, cuando se piensa como fotógrafa, y que sabe que es algo que nunca terminará de aprender, se emociona. Y se emociona tanto como si fuera su primer día. Sus ojitos son de color cristal.

jueves, 18 de agosto de 2011

El comienzo es del final

(el silecio sabe a humo en flor. el césped donde están parados se muere de vergüenza y se pone colorado. las copas de los árboles se sostienen en chocolate en rama, es del amargo. y cada copa tiene como mil hectáreas de manzanas. y llueve canela)


- Te extraño.


(...) (pasan pájaros. son ve-cortas tan arriba).


Lo codea. Y entonces él la besa.



Comienzan con el final más hermoso que un cuento pueda tener. Y está escrito en tinta.

Tinta china.



lunes, 1 de agosto de 2011

figurita repetida


ayer fue domingo, el más astromántico que jamás hubiera podido imaginar. Él absorve cada una de sus sorpresas, con esos ojos que simulan galaxias. Ella inventa momentos inesperados, está segura que él siempre los tornará perfectos.


que todos los días sean domingo, le pide, y sabe que ahora depende de ella.

y de su recuerdo.