miércoles, 29 de septiembre de 2010

Agosto III. El final.

De golpe, como suele suceder,
llego a la conclusión de que
efectivamente,
me atrae más lo que pienso en torno a vos
que lo que pienso de vos
.

Y me descubro una nueva costumbre
vieja, en realidad
pero nueva, en (mi) verdad
y es esa manía en la que insisto
de construirme textos de más coquetos
a partir de perlas sueltas,
de palabras que se desconocen entre sí.

Palabras que salen de tu voz
y se estampan en mis oídos.
Frases que salen de mi voz
naciendo de mis oídos
y se estampan en tus ojos.

Nunca comprenderás
no te arregles,
no te pongas lindo,
no te armes nuevos trajes,
ni te cargues de equipajes.
No sos más que lo que el reflejo de mis ojos te devuelve
a vos
para mí.





Temblabas como flan.
Primero, de amor. Acto seguido, de un miedo que asfixia.
De eso se trata el enamoramiento.

Acá ya no hay cobijas que alcancen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario