lunes, 26 de julio de 2010

Según mis retinas, "Marie Antoinette"

Acá dejo mis palabras, una suerte de reseña, de la película Marie Antoinette (2006) de Sofía Coppola. Desde mis retinas, todo esto es lo que entró en mí cuando la vi, y desde mis palabras, esto es lo que salió. Hope you enjoy it.




Habiéndola visto por cuarta vez, todavía me creo la cara de sorpresa que tiene Kristen Dunst cuando entra como María Antonieta a Versalles. Y mientras el CD de la banda sonora suena de fondo, me resulta raro que todavía no se halla rallado, después de haber girado en mi equipo tantas veces.

Les presento a Marie Antoinette (2006) de Sofía Coppola, pero no a Sofía Coppola, a ella ya la conocemos. El film es una obra del siglo XXI y, siendo fiel a la época que representa, no deja de lado el punto de vista de nuestro presente. Y es que toda reconstrucción histórica siempre lleva la marca del presente de quien la cuenta, y esa es la característica de esta versión de María Antonieta, la reina adolescente.
"Creo que el objetivo principal cuando pensé en hacer la película sobre su historia fue no hacer una gran epopeya histórica. Es la biografía de una gran historia. Quería centrarme en hacer una narración más impresionista de su punto de vista. Lo que hubiera sido vivirlo desde su punto de vista porque muchas de las historias que conocemos sobre María Antonieta venían de lo que la gente percibía de ella", nos aclara Sofía Coppola en el backstage, para confirmar lo que había percibido con mis propios ojos al ver su film.

Con música que mezcla ópera con temas de rock (New Order, The Radio Dept, The Strokes, entre otros), una paleta de colores pasteles, abundancia de todo tipo de dulces comestibles, y vestuario de época pero con vestidos de estampados de cerecitas y peinados tan extravagantes como exagerados, Sofía nos presenta una María Antonieta adolescente, sobre quien cae no solo la responsabilidad que tiene toda Reina, sino también las exigencias de un mundo machista, las críticas de quienes se olvidan que hablan de una joven de 14 años, la dura campaña propagandística que se extiende hasta nuestros días (el famoso “¡Que coman pasteles!” que nunca se supo si salió o no de la boca de María Antonieta), todas cuestiones que el personaje nunca llegará a asimilar, pero que repercutirá en sus más profundos sentimientos, y es allí donde la cámara de Coppola se enfoca. Parece ser que la intención de desmitificar la imagen de la Reina desconsiderada pasa a ser otro de los objetivos de la directora, pasando a mostrar la mirada de una María Antonieta joven e ingenua, a quien nadie le enseñó cómo desempeñar su rol, y ya no la mirada de los otros, de sus otros contemporáneos, como lo que nos acostumbraron a ver muchas otras películas épicas.

Si bien se trata de una historia antigua, su ambientación es bastante actual. Con detalles como las zapatillas tipo “Converse” que se mezclan sutilmente entre sus zapatos de aristócrata, Sofía personifica a María Antonieta en una Kristen Dunst que sabe llevar un personaje aniñado e ingenuo, aunque igualmente provocador, que intenta complacer a todos al tiempo que lleva consigo una eterna rebeldía propia de las chicas de hoy, cegada por el amor y las compras, haciéndosele imposible ver más allá de su palacio, siendo incapaz entonces de imaginar el hambre que sufre su pueblo. Tal vez la línea que separa la caracterización de María Antonieta con la de cualquier joven en general sea en realidad bastante difusa. Y tal vez intentar trazarla sería en vano, porque, solo tal vez, Sofía intenta hacer un retrato de la juventud en general. Como estamos acostumbrados a ver en buena parte de su filmografía.

Volviendo a nuestra película, personalmente creo que con todo esto, todos los atributos que se le presentan a la Reina, y la magnitud de las presiones sociales que sobre ella caen, no se intenta justificar los desmesurados despilfarros durante su reinado ni su incapacidad para gobernar para el Pueblo, sino que simplemente se trata de “ponerse del otro lado”, sin dejar “nuestro lado” afuera. Se muestra a María Antonieta desde la visión de María Antonieta, pero de una María Antonieta actual, sensibilizando así al personaje mítico y llevándolo entonces a un plano más humano, con las fortalezas y las debilidades que dicho pasaje conlleva. Por eso tal vez la pantalla se tiñe de tonos rosáceos, la mayoría de las escenas se bañan en una luz natural, y las imágenes que se titularían de ridículas en la lógica de las películas épicas tradicionales, aquí aparecen valoradas de otro modo al saber que estamos viendo desde ojos adolescentes y no leyendo una simple novela histórica (como la escena en que su amante aparece como un héroe en su corcel, en cámara lenta, con llamaradas de fuego como fondo).

Esta dulce María Antonieta no deja de sorprenderse tanto de los lujos como de las ridiculeces que encuentra en Versalles, sin que le quede tiempo para entender sus obligaciones, solo vive su joven y apresurada vida, intenta complacer exigencias, aunque nunca llegará a comprender de quiénes ni qué es lo que se espera de ella. Hasta que las demandas se traducen en reclamos, y los reclamos se hacen escuchar de la peor manera. Recién allí puede llegar a ser consciente, de algunas cosas. Tal vez. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que para entonces ya será demasiado tarde.



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