Mientras caminaba bajo la lluvia, dejó de quejarse de la humedad
y comenzó a disfrutar del agua.
Así, mientras nadaba a través de la ciudad,
esquivando personas disfrazadas de pez
y atravesando antifaces con forma de alas,
se quitó la careta,
se quedó ideológicamente desnuda, y se volvió una chica existencial.
Sonrió, respiró.
Y salió el sol.
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